La reciente decisión del gobierno de Estados Unidos de suspender temporalmente los aranceles globales a más de 180 países ha generado diversas reacciones entre los sectores exportadores de Ecuador. Lejos de representar una oportunidad, esta medida ha sido interpretada por gremios nacionales como un factor que reduce las ventajas relativas que el país mantenía frente a competidores directos en productos clave como camarón, cacao y atún.
Desde el 5 de abril de 2025, el arancel del 10 % que EE. UU. impuso a Ecuador se mantiene sin cambios, mientras que otras economías que enfrentaban tasas superiores han visto reducciones significativas. Países como India y Vietnam, que pagaban aranceles de hasta 26 % y 46 % respectivamente, ahora enfrentan un 10 % equivalente al ecuatoriano, tras beneficiarse de la suspensión arancelaria anunciada por el presidente Donald Trump. La medida busca favorecer a los países que no han tomado represalias ante el esquema arancelario estadounidense y que, además, han mostrado disposición a negociar.
Esto ha tenido un impacto directo en la percepción de la competitividad ecuatoriana. José Antonio Camposano, presidente de la Cámara Nacional de Acuacultura y de la Corporación de Gremios Exportadores del Ecuador (Cordex), ha señalado que la “cancha se ha nivelado” entre exportadores de camarón, generando incertidumbre en el sector y limitando la capacidad de Ecuador para mantener una posición destacada en el mercado norteamericano.
Un análisis de los aranceles evidencia esta situación: mientras el camarón ecuatoriano paga un 13,78 % total, considerando una sanción previa por subsidios, Vietnam ha reducido su carga total a 38,6 % y la India a 18,26 %, cifras que, aunque siguen siendo más altas, se aproximan a la carga arancelaria ecuatoriana en términos relativos. A esto se suma la posibilidad de que, tras los 90 días de suspensión, otros países negocien nuevos ajustes, lo cual podría alterar nuevamente el panorama.
En el sector cacaotero, la reacción ha sido similar. Merlyn Casanova, directora ejecutiva de Anecacao, sostuvo que si bien el alza inicial de aranceles ofrecía una ventaja teórica, los ajustes posteriores no permitieron consolidarla. En cambio, los cambios trajeron un respiro a los mercados internacionales y reconfiguraron las expectativas comerciales, sin llegar a representar una pérdida crítica para los exportadores ecuatorianos.
Desde el punto de vista institucional, el exministro Daniel Legarda explicó que la normativa estadounidense dejó explícito que los países con aranceles por debajo del 10 % —como Ecuador— no verían cambios. De este modo, la suspensión solo recortó los “picos” superiores al 10 % que afectaban a otros países, emparejando su situación con la ecuatoriana.
Este nuevo escenario obliga a los sectores productivos y a las autoridades ecuatorianas a replantear sus estrategias de inserción internacional. Si bien la política arancelaria de EE. UU. es temporal, su impacto en la dinámica de la competencia global es inmediato. Se impone así la necesidad de reforzar las capacidades de negociación bilateral, explorar nuevos mercados y trabajar sobre medidas internas que mejoren la competitividad estructural de las exportaciones ecuatorianas.
A medida que avance el periodo de suspensión, será clave seguir de cerca las negociaciones de otros países con Washington, así como las decisiones que adopte la administración Trump sobre la reinstauración, modificación o eliminación definitiva de los aranceles. Para Ecuador, mantener la relevancia de sus productos en el mercado estadounidense requerirá tanto de adaptabilidad como de visión estratégica a largo plazo.
Fuente: El Universo