El Canal de Panamá ha sido históricamente una arteria vital para el comercio global, y su administración sigue siendo un tema de discusión internacional. Recientemente, el reelecto presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha reavivado el debate sobre el costo de utilización del canal, destacando que las tarifas actuales son excesivas y podrían estar afectando a los consumidores estadounidenses. Este tema ha generado inquietud tanto en Estados Unidos como en Panamá, especialmente en torno a la influencia de China en la infraestructura panameña y la posible amenaza a la neutralidad del canal.
El costo de atravesar el Canal de Panamá ha aumentado considerablemente en los últimos años. Según la Autoridad del Canal de Panamá, los incrementos en las tarifas se deben a factores como las sequías que afectan el suministro de agua para las esclusas, las inversiones necesarias en mantenimiento y las altas demandas del comercio internacional. En respuesta a estos aumentos, Trump ha criticado las tarifas, sugiriendo que Estados Unidos debería recuperar el control del canal.
Sin embargo, expertos en logística y comercio afirman que, aunque las tarifas han subido, su impacto en el precio final de los productos es relativamente bajo. Por ejemplo, atravesar el canal solo agrega aproximadamente 10 centavos al costo de una cafetera, y un refrigerador puede ver un aumento de 11 dólares. Este aumento representa un pequeño porcentaje del costo total del envío y, por lo tanto, no tendría un impacto significativo en los consumidores si las tarifas se redujeran.
Una de las principales preocupaciones planteadas por algunos políticos estadounidenses es la creciente influencia de China en Panamá. Desde que Panamá rompió relaciones diplomáticas con Taiwán en 2017, China ha aumentado significativamente su inversión en infraestructuras en el país, lo que incluye la operación de puertos clave en ambos extremos del canal. Aunque la Autoridad del Canal de Panamá sigue siendo un organismo panameño encargado de su gestión, las implicaciones de la presencia china en la región han generado dudas sobre la seguridad y neutralidad del canal.
El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, expresó estas preocupaciones durante su visita a Panamá, sugiriendo que la relación de Panamá con China podría poner en peligro la seguridad de las rutas comerciales estadounidenses. Sin embargo, las autoridades panameñas han reiterado que el Canal de Panamá sigue siendo operado por Panamá, sin la intervención de China en su administración. El presidente de Panamá, José Raúl Mulino, dejó claro que el canal seguirá siendo de soberanía panameña, subrayando que cualquier intento de alterar su control sería una violación de los acuerdos internacionales.
A pesar de las críticas por el aumento de tarifas, la Autoridad del Canal de Panamá ha logrado generar importantes ingresos. En 2023, los ingresos por peajes alcanzaron los 4800 millones de dólares, un 62% más que en 2018. Sin embargo, este aumento ha sido acompañado de un incremento en las tarifas de los peajes, que han pasado de 215.000 dólares por barco en 2018 a 341.000 dólares en 2023. Este aumento ha sido necesario para financiar proyectos de infraestructura, mantenimiento y garantizar el funcionamiento del canal, que enfrenta desafíos como las sequías que limitan el suministro de agua para las esclusas.
Una de las iniciativas más relevantes es la construcción de un nuevo embalse para asegurar el suministro de agua durante los períodos de sequía. Este proyecto podría costar hasta 1600 millones de dólares, lo que subraya la necesidad de contar con ingresos constantes para mantener la viabilidad del canal.
A pesar de las controversias y las preocupaciones internacionales, el Canal de Panamá sigue siendo un activo estratégico para la economía global, especialmente para los Estados Unidos, que depende de él para una gran parte de sus exportaciones e importaciones. Sin embargo, el futuro del canal depende de la capacidad de Panamá para gestionar sus recursos de manera eficiente y mantener la neutralidad y la independencia operativa frente a presiones externas.
Fuente: The New York Times