El comercio internacional en América Latina se prepara para un cambio significativo con la puesta en marcha del Corredor Bioceánico Vial, un ambicioso proyecto impulsado por los gobiernos de Chile, Brasil, Argentina y Paraguay. Este corredor busca reestructurar las rutas tradicionales de comercio marítimo y convertirse en un serio competidor del Canal de Panamá, ofreciendo una alternativa estratégica que conectará el océano Pacífico con el Atlántico a través de una infraestructura terrestre moderna.
El Corredor Bioceánico no es una idea reciente. Su origen se remonta al 21 de diciembre de 2015, cuando los países involucrados firmaron la Declaración de Asunción. Este acuerdo sentó las bases para una cooperación interterritorial enfocada en potenciar el comercio regional mediante la construcción de carreteras, puentes, ferrovías y túneles, además de implementar medidas para facilitar el tránsito de personas y mercancías. La apuesta es clara: mejorar la competitividad de los productos sudamericanos en los mercados de Asia-Pacífico y Europa, optimizando tiempos de traslado y reduciendo los costos logísticos.
Con una inversión estimada de 10.000 millones de dólares y un recorrido de aproximadamente 2.290 kilómetros, el Corredor Bioceánico atraviesa ocho pasos fronterizos estratégicos. Su trazado abarcará áreas claves de Brasil, Argentina, Paraguay y Chile, insertándose en la Zona de Integración del Centro Oeste Sudamericano (ZICOSUR), una región compuesta por estados de Brasil, provincias de Argentina, departamentos de Bolivia y Paraguay, además de regiones de Chile, Perú y municipios de Uruguay. Esta ubicación permitirá que el corredor sirva no solo como vía de transporte de mercancías, sino también como catalizador para el intercambio turístico y comercial dentro de Sudamérica.
Uno de los principales atractivos del proyecto radica en su promesa de reducir significativamente los tiempos de tránsito. Actualmente, los buques que cruzan el Canal de Panamá pueden esperar hasta cuatro días para atravesarlo. En contraste, el Corredor Bioceánico ofrecería una ruta terrestre que permitiría acortar esos plazos, brindando a los exportadores sudamericanos una nueva opción para llegar de manera más rápida y eficiente a los mercados asiáticos. De materializarse como está previsto, el corredor podría incluso modificar las dinámicas comerciales globales, ampliando las oportunidades de negocios y fortaleciendo la integración regional.
El presidente de Chile, Gabriel Boric, destacó recientemente en una conferencia en la Universidad de Brasilia el valor estratégico del corredor. Boric lo presentó como una alternativa viable frente a las incertidumbres políticas que podrían afectar al Canal de Panamá, haciendo referencia a las declaraciones del expresidente Donald Trump, quien expresó su interés en "recuperar" el canal. Según Boric, la construcción de una nueva ruta fortalecería la autonomía regional y reduciría la vulnerabilidad frente a tensiones geopolíticas externas.
No obstante, el Corredor Bioceánico enfrenta importantes desafíos. Ricardo Díaz, gobernador de Antofagasta en Chile, señaló que aunque parte de la ruta ya existe, hay factores críticos que deben ser atendidos. Entre ellos se encuentran la necesidad de reforzar la seguridad para enfrentar amenazas de crimen organizado, la habilitación de zonas de descanso para los transportistas, la mitigación del impacto del tránsito pesado sobre las comunidades locales, y la adecuación de la infraestructura portuaria para soportar el aumento previsto en el volumen de carga. Superar estos retos será fundamental para que el corredor no solo sea una vía eficiente, sino también una oportunidad de desarrollo sostenible para las regiones involucradas.
Pese a las dificultades, el optimismo alrededor del Corredor Bioceánico persiste. Su construcción no solo promete modernizar las conexiones logísticas en América del Sur, sino también impulsar el crecimiento económico regional. La mejora en el acceso a los mercados internacionales podría traducirse en el surgimiento de nuevas industrias, la expansión del comercio y la creación de miles de empleos, beneficiando tanto a los países directamente involucrados como al resto de la región.
El Corredor Bioceánico representa una apuesta estratégica para redefinir el comercio internacional en el hemisferio sur. Su éxito dependerá de la capacidad de los gobiernos y sectores privados para coordinar esfuerzos, superar obstáculos logísticos y garantizar que esta nueva vía de conexión cumpla con su promesa de transformar el panorama comercial sudamericano.
Fuente: El Universo