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El comercio marítimo global enfrenta tensiones arancelarias entre EE. UU. y China. ¿Cómo afecta esto a América Latina?

El escenario del comercio global se prepara para un nuevo episodio de incertidumbre, esta vez centrado en el transporte marítimo. Las recientes decisiones de Estados Unidos y China de imponerse tarifas portuarias mutuamente, han abierto otro frente en su prolongada disputa comercial, generando preocupación en toda la cadena de suministro internacional. Esta escalada amenaza con reconfigurar las rutas marítimas, elevar los costos operativos y afectar la dinámica del comercio exterior para naciones de todo el mundo, incluyendo las de América Latina.

La medida que generó alerta fue el anuncio por parte de Washington sobre la implementación de nuevas tarifas a los buques de origen chino, cuya entrada en vigor está prevista para el 14 de octubre de 2025. La respuesta de Pekín no se hizo esperar, confirmando la aplicación de cobros similares a las embarcaciones provenientes de Estados Unidos. Este intercambio de aranceles representa un golpe directo al corazón del transporte de mercancías, un sector vital para la economía mundial que ya enfrenta presiones por factores geopolíticos y económicos.

Las primeras proyecciones sobre el impacto financiero de estas medidas no son alentadoras. Se estima que las diez principales compañías navieras del mundo podrían enfrentar un impacto económico conjunto de aproximadamente 3.200 millones de dólares. Dentro de este grupo, el gigante naviero Cosco Group se perfila como uno de los más afectados, lo que podría tener un efecto dominó sobre las tarifas de fletes y la disponibilidad de espacio en los buques a nivel global.

Más allá de las cifras, la principal consecuencia de esta guerra arancelaria será una probable reorganización de las rutas comerciales. Las navieras podrían verse obligadas a buscar trayectos alternativos para evitar los puertos de las naciones en conflicto, lo que podría incrementar los tiempos de tránsito y los costos de combustible.

Para América Latina, la situación se observa con cautela. Aunque algunos expertos señalan que esta reconfiguración no necesariamente implicará sobrecostos inmediatos para la región, sí advierten sobre otros riesgos. La principal preocupación radica en la posible pérdida de confiabilidad en los itinerarios de las navieras, lo que podría traducirse en demoras en la entrega de mercancías y una mayor complejidad en la planificación logística para exportadores e importadores latinoamericanos. En un continente donde el comercio exterior es un pilar fundamental para muchas de sus economías, cualquier alteración en el flujo marítimo es motivo de análisis.

Las posturas de ambas naciones respecto a ciertos acuerdos ambientales internacionales también podrían influir en las regulaciones del transporte marítimo a mediano y largo plazo, sumando más incertidumbre a un sector que ya navega en aguas turbulentas.

Fuentre: Forbes EC

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