El comercio marítimo internacional está atravesando una fase de reajuste como respuesta a los recientes movimientos en la política arancelaria global y a un aumento significativo de la demanda, particularmente en la ruta Transpacífico. Esta dinámica está afectando directamente las tarifas de transporte, la disponibilidad de equipos y la distribución de la capacidad logística, generando nuevos desafíos para exportadores, importadores y operadores logísticos.
En el contexto de una tregua arancelaria de 90 días entre Estados Unidos y China, los volúmenes de carga entre ambos países están creciendo de manera acelerada tras meses de caída. El cambio responde en parte a la estrategia de anticiparse a nuevos plazos arancelarios que entrarían en vigor a partir de julio y agosto, lo que ha provocado un aumento de las reservas en origen. Sin embargo, aún no está claro si las fechas anunciadas corresponden al despacho desde origen o al arribo de las mercancías a destino, lo cual genera incertidumbre operativa.
Frente a esta creciente demanda, las líneas navieras están restableciendo los servicios que anteriormente habían sido suspendidos. No obstante, muchos buques y contenedores fueron asignados a otras rutas durante el periodo de baja actividad y ahora se encuentran fuera de posición. Esta situación genera una escasez puntual de equipos en puertos clave de China, justo cuando las reservas comienzan a incrementarse rápidamente. La falta de disponibilidad, sumada a retrasos en algunos puertos por congestión y condiciones meteorológicas adversas, está presionando al alza los costos de transporte.
Como resultado, las principales líneas marítimas han comenzado a aplicar aumentos generales de tarifas, conocidos como GRIs (General Rate Increases). Desde mediados de mayo, se han registrado aumentos que oscilan entre los US$1.000 y US$3.000 por contenedor de 40 pies (FEU), con incrementos adicionales anunciados para principios y mediados de junio. En la ruta Transpacífico, por ejemplo, las tarifas diarias ya reflejan este ajuste: alrededor de US$4.400/FEU hacia la costa este de Estados Unidos y US$2.800/FEU hacia la costa oeste.
El objetivo de las navieras es alcanzar niveles tarifarios cercanos a los US$8.000/FEU en las próximas semanas. En las rutas hacia Europa y el Mediterráneo también se proyectan aumentos importantes, aunque de menor magnitud. En este caso, los GRIs buscan elevar las tarifas hacia Europa a aproximadamente US$3.200/FEU y hacia el Mediterráneo a US$4.500/FEU, lo que representa un incremento de alrededor de US$1.000/FEU en comparación con los valores actuales. Aun así, estos valores se sitúan por debajo de los máximos registrados en junio de 2025, cuando las tarifas alcanzaron entre US$6.000 y US$7.000/FEU.
Esta diferencia podría explicarse por el desafío estructural que representa el crecimiento de la capacidad en las rutas Asia-Europa. Aunque varios puertos europeos siguen enfrentando importantes niveles de congestión, esto no ha sido suficiente para sostener aumentos considerables de tarifas. Sin embargo, algunos reportes indican que parte de la capacidad operativa en la ruta Asia-Europa está siendo redirigida hacia el Transpacífico, lo que podría ayudar a equilibrar la oferta de transporte y reforzar los ajustes tarifarios esperados.
En este entorno dinámico, resulta fundamental que los actores del comercio exterior se mantengan informados sobre la evolución de los costos logísticos, las políticas arancelarias y las condiciones operativas de las principales rutas marítimas. Una planificación proactiva y el monitoreo constante del mercado permitirán anticipar cambios y optimizar decisiones comerciales, especialmente en contextos marcados por plazos críticos y restricciones operativas.
Fuente: Mundo Marítimo