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Reducción temporal de aranceles entre EE. UU. y China impulsa envíos, pero no disipa la incertidumbre

La reciente tregua arancelaria entre Estados Unidos y China ha generado una ola de reacciones en el mundo del comercio internacional. Durante un período limitado de 90 días, ambos países han acordado reducir significativamente los aranceles que se aplicaban a miles de productos, lo que ha permitido una reactivación momentánea de envíos y un alivio en ciertas cadenas de suministro. No obstante, la incertidumbre sobre el futuro de las relaciones comerciales entre ambas potencias sigue siendo un factor de preocupación tanto para empresas como para consumidores.

El acuerdo, alcanzado el 12 de mayo en Ginebra, establece una disminución de los aranceles por parte de Estados Unidos del 145% al 30% en la mayoría de productos importados desde China. A su vez, China reducirá sus aranceles del 125% al 10% y suspenderá un cargo adicional del 24%. Esta medida provisional busca crear un espacio para nuevas negociaciones y evitar una escalada de tensiones, pero no garantiza una resolución definitiva al conflicto comercial.

La respuesta del sector importador no se hizo esperar. Compañías estadounidenses que dependen de insumos y manufactura asiática comenzaron a despachar productos apenas se conoció la noticia. Empresas como SharkNinja y Hightail Hair movilizaron rápidamente miles de unidades retenidas en China, intentando aprovechar esta ventana de oportunidad antes de que se cierre nuevamente. Para muchos, esta tregua representa una pausa táctica más que una solución de fondo.

Paralelamente, se observa una tendencia cada vez más marcada hacia la diversificación de la producción. Firmas que durante años concentraron su manufactura en China están acelerando su traslado hacia otros países del sudeste asiático como Vietnam, Camboya o Indonesia. Incluso se contemplan retornos parciales de producción a Estados Unidos, aunque estos procesos requieren inversiones a largo plazo y no se espera que entren en operación inmediata. El caso de SharkNinja es ilustrativo: en 2020 fabricaba casi el total de sus productos en China, pero ahora el 90% proviene de otras naciones.

La reactivación logística no ha sido homogénea. A pesar de la reducción de impuestos, autoridades como el director ejecutivo del Puerto de Los Ángeles han advertido que no se revertirá la caída de los volúmenes de carga registrada en los últimos meses. Muchos envíos se adelantaron a inicios de año para evitar las tarifas altas, y la baja demanda continúa limitando las operaciones portuarias. Solo sectores puntuales, como el de productos sanitarios o artículos estacionales, estarían aprovechando activamente la tregua para reabastecer inventarios.

Otro elemento clave es la modificación al arancel aplicado a envíos de bajo valor, conocidos como “minimis”. Este tipo de envíos, usualmente gestionados por plataformas como Shein o Temu, ahora enfrentan una tasa del 54%, significativamente menor al 120% anterior, pero aún lejos de las exenciones totales que existían previamente. Aunque representa un alivio parcial, algunos vendedores podrán continuar operando bajo este régimen solo si cuentan con márgenes suficientes para absorber los costos adicionales.

En términos de precios al consumidor, no se esperan cambios drásticos en el corto plazo. Las asociaciones comerciales advierten que, pese al alivio tributario, los precios seguirán siendo altos en temporadas clave como el regreso a clases o las fiestas de fin de año. La razón principal es que muchos productos aún no llegan a tiempo, y las empresas continúan lidiando con demoras, ajustes de inventario y presión sobre los márgenes de ganancia. Como explicó una ejecutiva del sector de moda, si los productos no están disponibles cuando los clientes los buscan, es probable que opten por otras marcas o proveedores.

Lo que está en juego no es solo el flujo de mercancías, sino una transformación más profunda del comercio global. La tregua, aunque bienvenida, ha dejado claro que las relaciones económicas entre Estados Unidos y China han entrado en una nueva etapa. La inestabilidad persistente, sumada a la presión para relocalizar procesos y rediseñar cadenas logísticas, está generando un entorno de mayor fragmentación y de decisiones empresariales tomadas bajo alta incertidumbre.

Las próximas semanas serán determinantes. Si bien los 90 días ofrecen un respiro, la ausencia de un acuerdo más estructural hace prever que muchas de las tensiones actuales podrían volver con fuerza. Para importadores, exportadores y consumidores, el desafío será adaptarse a un escenario donde los costos se mantienen altos, la planificación se vuelve más compleja y la capacidad de reacción es más valiosa que nunca.

Fuente: Mundo Marítimo

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